La osteopatía puede aliviar la congestión, suavizando y
ayudando a que algunas de estas dolencias desaparezcan:
- Mocos en nariz, garganta y senos paranasales (puede haber una cronificación: sinusitis, etc.)
- Dolor de cabeza, cuello Y espalda
- Irritación de ojos: picor, lagrimeo, escozor, etc.
- Cansancio (se está “molido”).
- Dificultad para dormir (mayormente por no respirar bien en la posición de tumbado).
Resulta beneficioso para el cuerpo todo lo que le ayude a mantener
y mejorar su capacidad para adaptarse a este tipo de problemas, de manera que
el proceso de recuperación sea lo más eficaz, suave y rápido posible.
Cuando se carece de esta capacidad, los mismo procesos
corporales encargados de solucionar el problema, pueden ser los que resulten
lentos, incómodos y agotadores para la persona.
Para esto, el osteópata puede realizar técnicas manuales que
mejoren las circulaciones, sanguínea y linfática, así como la función nerviosa
de la zona donde se producen, en muchas ocasiones puede que esto sea
suficiente.
La base del resultado de estas técnicas, es que pueden
devolver a los tejidos corporales su capacidad de movimiento y grado de tensión
originales.
Circulación arterial:
Proporciona nutrientes y oxígeno a los tejidos a la vez que
inmunidad ante agentes agresores.
El sistema inmune es una especie de “inteligencia” natural
que detecta cuando hay un desequilibrio en la zona y la manera de corregirlo;
cuando no está bien, no dispone de dicha capacidad.
Circulación venosa o
de retorno:
Se encarga de deshacerse de los desechos de la zona. Limpia
e impide con ello infecciones; cuando no está bien, se producen edemas
(congestión) e infecciones.
(Consultar ley de la arteria de A.T. Still).
Sistema linfático:
Es el encargado de recoger el exceso de líquido (drenar el
edema) y defender el cuerpo a través de los anticuerpos que crea y envía al
lugar.
Una de las estrategias habituales para mejorar la
circulación (linfática, arterial y venosa), es la de liberar la tensión de la
zona de la nuca, así como la de la zona alta del pecho y espalda, lugares por
donde pasan los principales vasos sanguíneos y linfáticos de la cabeza.
Sistema nervioso:
El sistema nervioso coordina y hace posible la función de
las arterias, venas y vasos linfáticos, enviando y recibiendo estímulos para
saber cual es la situación y las correcciones que han de llevarse acabo en todo
momento.
Si no se encuentra en buen estado, el resto de respuestas
ante el problema, pueden fallar.
En este caso en particular, la regulación del sistema
nervioso es esencial para el funcionamiento normal de la mucosa de nariz, senos
paranasales y garganta, ya que el sistema simpático controla la irrigación de
la mucosa y el parasimpático produce el moco.
Fascias:
Proporcionan pasajes para la sangre, linfa y nervios, por lo
que forman parte de la defensa, nutrición y regulación del cuerpo.
Cuando hay problemas en la zona de la nariz y los senos
paranasales, se presta una especial atención en quitar tensión y devolver
movilidad a las fascias de la zona de cuello y parte alta de la espalda, que es
el origen de la inervación simpática de la cabeza: ojos, garganta, nariz,
senos, oídos, etc.
Cuando se mejora estos sistemas, aumentan los recursos del cuerpo, traduciéndose en:
- Mayor capacidad del sistema venoso y linfático para eliminar residuos: eliminación de edema, toxinas, bacterias, medicación etc.
- Mejor funcionamiento de las células encargadas de crear y transportar el moco.
- Mejor eliminación de moco que conlleva una mayor limpieza del tejido y cavidades internas de la nariz, senos, garganta e incluso oído interno, despejando las vías áreas.
- Mayor aporte de sangre.
- Mayor aporte de nutrientes, recuperación de daños, etc.
- Menor congestión sanguínea y menor edema.
- Disminución del dolor: cabeza, cuello, etc.
- Mejora la inmunidad: defensa ante microbios, bacterias, hongos, etc.
Resumiendo:
Cuando hay un problema en la zona de la nariz y senos
paranasales, las molestias e incapacidad que producen, pueden ser mejoradas y recuperadas
con técnicas manuales que optimicen los procesos propios del cuerpo,
consiguiendo con ello una recuperación más rápida.
Las técnicas osteopáticas son ideales para mejorar esta
capacidad, gracias a la mejora que producen en la circulación de la zona, la
regulación del sistema nervioso, la movilidad de articulaciones y fascias, y la
recuperación del grado de tensión adecuado de los tejidos.
Además, el cuerpo gana un aprendizaje en positivo que podrá
utilizar en el futuro, en vez de cronificarse y repetirse con la misma
intensidad e incapacidad de recuperación cada año, con lo que se llega de nuevo
al mismo tipo de solución, y por lo tanto, a los mismos resultados de problemas
en la zona.